Promover un adecuado ambiente de control es más económico que el montaje de una complicada estructura de control. La adopción de una cultura basada en el respeto, sentido de pertenencia, eficiencia y honestidad, es obligación de la alta administración, aunque infortunadamente muchos ejecutivos se convencen de esto cuando ya han evidenciado la presencia del riesgo de fraude. Otro aspecto por mejorar en algunas empresas es el exceso de confianza sobre algunos empleados, el cual unido a una inadecuada segregación de funciones, se convierte en caldo de cultivo para proliferen las malas costumbres en detrimento de los intereses de la empresa.